Debería ir el lunes a que
me tomaran una radiografía.
—Félix Grande
—Ya está prohibido fumar aquí en México como en Madrid, Dublín, y en muchas otras partes. Un día no se va a poder fumar ni en la calle. Va a ser como ir al baño, a solas, en privado, como cuando se trata del vicio solitario.
—Pero Nueva York es una ciudad que ayuda a dejar de fumar. Ya tienen más de veinte años con la persecución.
—Yo lo que no sé es si ya hay estadística.
—¿Estadística de qué?
—Pues de las enfermedades. Si tienen por lo menos veinte años con una baja en el consumo de tabaco debido a la prohibición y al aumento del precio, ¿no debería ya haber una estadística de que ahora hay menos casos de cáncer o de padecimientos cardiovasculares? ¿Por qué no se han puesto a comparar? ¿Era mayor el índice de mortalidad en 1976 que en 2007?
—La gente habla con miedo al cáncer de pulmón, pero a lo que el cigarrillo le pega más bien es a la hidráulica del corazón. No todo el mundo sabe que lo más vulnerable es todo el sistema circulatorio. Y es lógico. Elemental: es un problema de la biofísica de cada quien. La bomba cordial trabaja más y con los años se resiente. Y no es lo mismo absorber humo que mover aire. Fumar no hace daño, pero fumar diez años sí hace daño.
Y es cierto: Nueva York es una ciudad que ayuda dejar de fumar, por lo menos a quienes, tabacómanos nocturnos, fuman poco, uno o dos cigarrillos antes de acostarse. Pero para quienes traen ya la nicotina en la sangre las nuevas disposiciones del alcalde Michael Bloomberg han exacerbado su ansiedad y privado a la ciudad de las últimas zonas de tolerancia que le quedaban. Ya no se puede fumar en ninguno de los 13 mil bares, ni en los cafés, ni en los salones de juego y ni siquiera en los clubes privados. Quien tenga la necesidad irreprimible de hacerlo deberá resignarse a la calle, las azoteas, los espacios de su propia casa o de su automóvil.
El argumento de las autoridades se sustenta en el imperativo de preservar la salud y calculan que por lo menos mil vidas habrán de salvarse con esas medidas tan radicales. Los precios y los impuestos altos también quieren disuadir el consumo.
La veda del tabaquismo es algo que impone la ley. Sin embargo, no pocos creen que el Estado –ese casi inexistente Estado Mexicano— no tiene que interferir en una decisión personal, hágame o no daño. Es asunto mío. Cada quien tiene derecho a su organismo y puede hacer de su culo un papalote. En esta buena lógica, y por extensión, también se deduciría un derecho a la enfermedad y al suicidio. A mí me gusta que me den de latigazos. No se metan. Es asunto mío. Es mi cuerpo.
De lo que no hay duda es de que el maldito hábito más que a las planicies encantadoras de Marlboro Country (la imagen de la libertad, según los publicistas) a donde conduce es a la sala de oncología.
En Canadá y Brasil se ha preferido la vía de la disuasión con imágenes (unos pulmones cancerosos, por ejemplo) y leyendas en las cajetillas que intentan contrarrestar el glamour de la publicidad e inclusive causar asco y miedo. Al lado de una fotografía de una dentadura con cáncer en las encías, se lee "Los cigarrillos causan enfermedades de la boca". En otro paquete: "El uso del tabaco puede dejarte impotente." Y en otro: "Los cigarrillos pueden causar impotencia sexual por falta de riego sanguíneo en el pene. Esto puede privarle de tener una erección."
Ha sido tal la certeza de que la nicotina (Nicotiana tabacum, así nombrada en honor de Jean Nicot, quien la promovió con fines medicinales) es tan adictiva como muchas otras drogas mortales que, nunca como ahora, muchos de los gobiernos están exigiendo que se advierta a los tabacómanos de qué manera se están jugando la vida, por muy aterradores que sean los mensajes impresos en por lo menos el 40 por ciento de la superficie de la cajetilla:
"Fumar acorta la vida".
"Fumar obstruye las arterias y provoca cardiopatías y accidentes cerebrovasculares."
"Fumar puede reducir el flujo sanguíneo y provoca impotencia."
"Fumar provoca el envejecimiento de la piel."
"Fumar puede dañar el esperma y reduce la fertilidad."
"Fumar produce cáncer mortal de pulmón."
Más allá de los desesperados balazos publicitarios del antitabaquismo actual, también es un hecho que entre nosotros, aquí en México, siempre ha estado a la mano la información más elemental, expuesta de manera serena, elaborada por especialistas de primera línea, psiquiatras, neurobiólogos, farmacólogos, que desde la humildad o el anonimato de su trabajo admirable se han preocupado por servir a los demás.
Uno de ellos ha sido Simón Brailowsky, cuyo libro
Las sustancias de los sueños. Neuropiscofarmacología, todos los padres de familia deberían tener en sus casas si tienen problemas de adicción entre sus hijos.
Brailowsky dedica el capítulo XXIV al "Tabaco". Hace la historia de la planta, la Nicotiana tabacum, que proviene del continente americano y está relacionada con la papa, la belladona y la mandrágora. Explica cuáles y cómo son los efectos del humo en el sistema nervioso; enumera las manifestaciones de toxicidad de los fumadores crónicos y enlista los riesgos de muerte prematura, las afecciones cardiovasculares, coronarias y cerebrovasculares, y los problemas de sueño, depresión, irritabilidad y angustia.
"No existe sombra de duda de que la nicotina constituye la principal, si no la única, sustancia adictiva del tabaco", escribe Brailowsky.
Tuesday, March 04, 2008
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2 comments:
Mi querido amigo:
Por casualidad encuentro un comentario tuyo sobre mi libro "Un oficio de fracasados". Quiero, aunque sea tan tarde, darte las gracias por tu cariñoso y generoso comentario. Y me alegra enormemente descubrir tu blog que seguiré de cerca. yo también tengo un blog que te invito a visitar. me gustaría comentar cosas como las que tu comentas.mi blog es rserranorecio.blospot.com
Un abrazo y gracias de nuevo. Siento curiosidad por saber cómo te llegó el libro.
perdona: es rserranorecio.blogspot.com
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