Sunday, April 22, 2012

Demasiados gobiernos


Estábamos el otro día viendo la catedral de Mérida, Yucatán, que construyeron los religiosos católicos españoles todavía en al siglo XVI, a unas cuantas décadas de le fecha inaugural de la Conquista: 1521. En esos parajes donde no era fácil erigir una choza los arquitectos colonialistas fueron capaces de levantar una mole inmensa y altísima, como el templo que era y sigue siendo, resolviendo problemas que aún serían difíciles para la ingeniería moderna.
  Al contemplarla tuve una percepción: si Dios no es real, la fe sí es real, las creencias sí son reales y tangibles, el templo es real: se puede tocar y es además, y sobre todo, un símbolo de poder, como la nueva Cámara de Senadores.
  Si en algún campo se puede estimar la arquitectura como símbolo del poder es en la construcción de templos. Son una presencia brutal, por lo menos del poder terrenal. Luego entonces ¿qué era esa organización religiosa durante los 300 años de la Nueva España y luego de la Independencia?: era una forma de gobierno tácito; era un Estado dentro del Estado; era un gobierno paralelo, eterno, vitalicio, no electo, no como resultado de la voluntad de la gente, que no podía ni debía competir con el gobierno de la República. Y de eso el presidente Juárez se dio cuenta y le puso límites. El poder no se comparte. Tampoco el gobierno. Entonces el oaxaqueño obró en consecuencia y acotó esos poderes fácticos.
  Y es que vivimos bajo diferentes tipos de gobierno. El gobierno de los bancos, de la banca decente, Citibank (Banamex), la banca de Hong Kong y Shangai (HSBC), la banca Santander, Scotiabank, la de Bilbao (que a la mejor expropian en la Argentina), y también la de Monterrey. Todos ellos en nuestra vida cotidiana son un gobierno. Y no es improbable que Carlos Slim y su imperio (teléfonos, Sanborns, Internet, Marlboro) también sea un gobierno.
  Y sucede así también con los medios audiovisuales, la radio y la televisión, es decir, Televisa, es decir, Teleazteca, en menor parte. Es decir: TelevisAzteca. Ha sido tal el poder que los diferentes gobiernos priístas y panistas le han permitido acumular a Televisa que ya el consorcio está en condiciones de poner Presidente de la República. Y lo está poniendo ya. Vivimos también, entonces, bajo el gobierno de Televisa y el sexenio que entra mucho más: será la Reina.
  Televisa le comió el mandado al PRI y al PAN. Su gran estratega: Bernando Gómez. Como quien no quiere la cosa. Calladito. Low profile.
  El otro gobierno, como se decía al principio, es la Iglesia. Empezó por establecerse en forma de templos que tenían que competir en arquitectura con los pirámides mayas y otros majestuosos templos prehispánicos. La participación política de la Iglesia católica suele ser muy discreta. No abiertamente desde el púlpito, como en las películas de Luis Buñuel. No. Es en corto. En la relación personal del sacerdote con la grey. No vayan a votar por el Peje, les puede decir, como se los dijo en 2006. Al obedecerle muchas personas arriesgan la vida cuando no usan anticonceptivos o preservativos. Es gobierno. Tiene la capacidad de decirle a la gente lo que hay que hacer, lo que está bien y lo que está mal.
  Otro de estos poderes es el constituido de hecho por el crimen organizado, concretamente en ciertos regiones del territorio nacional, Michoacán, el Noreste, en Tamaulipas, donde el Estado mexicano ya no está.
  Es aterrador que Felipe de Jesús reconozca en  Puerto Vallarta que los cárteles de la droga se conforman ya como un Estado paralelo al suplir funciones del gobierno. Ya lo había dicho en la Cumbre de las Guayaberas, en Cartagena de Indias, el 14 de abril de 2012: el crimen organizado “ya ha entrado a reemplazar, en determinados sitios, las funciones del Estado, como la recaudación de impuestos”, según el presidente Ollanta Humala. ¿Un Estado dentro del Estado? Cobran impuestos, acepta el jefe de la tribu. ¿Qué significa que un jefe de gobierno acepte esa realidad? ¿Una capitulación? ¿Quiere decir que el Comandante en Jefe abandona la plaza?
  Para mayor INRI, en un informe de Antonio Guterres de la ONU el 19 de abril de 2012 se menciona “la incapacidad del Estado mexicano para impedir que el crimen organizado controle territorios y proteger a comunidades enteras”. Otro indicio que apunta hacia la teoría de la inexistencia.
  Dos Estados no pueden ocupar el mismo lugar en el espacio.
  El mexicano es un Estado fragmentado y compartido, pues, con la Iglesia, Televisa, los narcos, los bancos, los partidos políticos, los empresarios.

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@Campbellobo

Saturday, April 14, 2012

La telenovela de las elecciones

www.msemanal.com/node/5510

Las elecciones son la

ocasión ideal para que grupos

de inversionistas se unan

con el fin de controlar

al Estado.

—Thomas Ferguson

Televisa puso a Peña Nieto en tercera base, pero él cree que metió triple. Sin la campaña del Canal de las Estrellas durante por lo menos cuatro años seguramente el sobrino de Montiel no tendría el lugar que ahora tiene en las encuestas, amañadas o no. La apuesta no es mala: un candidato joven con una novia de telenovela, una parejita como de pastel de Sanborns, se propone a un electorado más bien ágrafo al que los medios de comunicación han alejado de la cultura impresa: los libros, los periódicos, las cartas. En muy pocas partes del país la gente se informa a través de los periódicos. Si es que se informa.

No hay más de tres sopas y los tres candidatos no son unas chuchas cuereras. Es lo que da el país. No da para más. La misma cámara de 500 diputados es una involuntaria muestra estadística acerca del nivel intelectual de los compensados con 200 mil pesos al mes durante tres años. De ahí la pobreza de su discurso, de ahí su escasez de ideas. Si nos atuviéramos al apotegma de que los pueblos tienen los gobernantes que se merecen tal vez mereceríamos algo peor.

El pesimista Leonardo Sciascia decía que en nuestro tiempo ya no cuentan las ideas. Se puede pensar cualquier cosa —si es que se piensa— y estar en cualquier partido. En la edad de la ideología (los años 30 de la guerra civil española, la lucha contra el fascismo, la confrontación entre el socialismo incipiente y la democracia capitalista) se solía luchar o matarse por una idea. Se iba al frente de batalla. Se metía uno en política porque le repugnaba la injusticia, porque había muchos pobres, miserables que nunca en varias generaciones, de abuelos a bisnietos, serían redimidos y tal vez uno podría hacer algo desde el poder.

El fenómeno de la televisión mexicana es único en el mundo. Como la gran mayoría de los grandes negocios en México no pudo haber surgido sin la colaboración del Estado. Nunca se imaginaron los presidentes del PRI y del PAN que al darle tanto poder el consorcio televisivo llegaría a estar en condiciones de decidir quién será Presidente.

En sí mismo el PRI no sería una tragedia. Hemos sabido convivir con su sistema de saqueo. El problema de Peña Nieto es el tipo de PRI que representa: los políticos del Estado de México

con sus mañas, sus manías, sus abusos, sus negocios, sus corrupciones (los hijos de Hank González). El de Atlacomulco es uno de los grupos más retardatarios del PRI y además es muy cerrado. No han dejado entrar, por ejemplo, a Manlio Fabio Beltrones, que será el contrapeso junto con los otros priístas frente a la gavilla del Estado de México que dispondrá del poder federal, ineluctablemente, a partir de julio.

Vuelve la dictadura perfecta.

No hay manera de que no sea así. En las manifestaciones de Peña Nieto la gente no grita En-ri-que, En-rique. Grita: Ga-vio-ta. Ga-vio-ta. Son más los votantes procedentes del público de telenovelas o de programas como el de Paty Chapoy que los manifestantes que conforman la sociedad civil de Twitter. Por eso la “estrategia” de meter a Peñanieto en Los Pinos desde hace cinco años y en pantalla todos los días se está comprobando exitosa e imbatible. Quien la haya concebido midió muy bien el nivel de conciencia política mayoritario. Ga-Vio-Ta. Ga-Vio-Ta. Para esa mayoría enajenada las elecciones son una telenovela.

Y ya tiene tuíter el bato:

@Campbellobo