Thursday, September 28, 2006

Parejas abusivas

El deterioro de la colonia Condesa en el DF nos ha puesto a reflexionar no sólo en la serie de estructuras abusivas bajo las que vivimos todos los mexicanos sino en la inexistencia misma del Estado. El Estado ya no existe cuando en lugar de atender al bien común se gobierna a favor de intereses particulares y de grupo. Quiero decir: cuando la autoridad legal y legítima no puede o no quiere ponerle límites a la codicia insaciable de los comerciantes entonces sucede que quienes verdaderamente gobiernan la ciudad son los comerciantes.
El caso particular de esta muy habitable y encantadora zona del DF es paradigmático, a nivel micropolítico, de lo que probablemente esté sucediendo en el cuerpo todo de la nación: unos cuantos grupos de hombres de negocios (que no elegimos) y políticos amigos suyos acaparan todos los contratos oficiales y deciden qué rumbo ha de llevar la economía nacional.
Sucede esto en una época en que predominan los gobernadores, presidentes municipales, secretarios de Estado, diputados, senadores, y jueces de todas las instancias, que están en el poder por el poder mismo: única y exclusivamente para hacer negocios con sus amigos. Son los casos de Aguascalientes, Sonora, Baja California, y casi todos los otros estados, gobernados no importa por cuál partido.
Una de las pruebas de la inexistencia del Estado en México, me decía un amigo por teléfono (Eduardo Clavé), es que antes un telefonazo a Televisa por parte de la Presidencia o de Gobernación ponía a temblar a los ejecutivos del heredero de los Azcárraga. Ahora sucede lo contrario: un telefonazo de uno de los ejecutivos de Televisa a las oficinas de Los Pinos o de Bucareli es el que pone a temblar a los funcionarios, incluso al vocero de Huatabampo.
¿Cuándo es cuando no hay Estado?
Cuando, por ejemplo, un abusivo dueño de estacionamientos decide subir las tarifas de un día para otro. No hay autoridad que se lo sancione y ese comerciante se conduce como le da la gana, es decir, como si no existiera el Estado.
Lo que está sucediendo con la colonia Condesa es que hoy más que nunca la delegación Cuauhtémoc, de la que hasta ahora ha sido responsable la señora Virgina Jaramnillo, está dado con demasiada facilidad y laxitud permisos (cosa que suele exacerbarse a finales de sexenio) para abrir un bar en cada esquina. La colonia de las jacarandas más bellas del Valle está a punto de convertirse en la nueva Zona Rosa de la capital. Existen en la Condesa bares y cantinas en la vía pública con una beligerancia que no se autoriza ni en la Zona Rosa ni en la avenida Revolución de Tijuana: taburetes y barras en la banqueta.
Esta alteración de la convivencia civil está asociada al momento en que Jorge Hank Rhon, presidente municipal de Tijuana, abrió un negocios de apuestas justo en la intercesión de Tamaulipas y Nuevo León, donde antes estaba el cine Plaza. Los books, el bingo, la cultura del dinero rápido y de la adicción al juego que promueven estos centros autorizados por Santiago Creel cuando creía que iba a ser candidato, empiezan ya a tener su ola expansiva de degradación urbana. Empieza a cambiar el tipo de clientela que antes circulaba por la Condesa. Y todo por eso: porque los comerciantes, en ausencia de la autoridad formal, nos gobiernan. Los comerciantes con sus vallas publicitarias, las mismas que acabaron con la dignidad y el encanto de Polanco; los comerciantes de los valets parking y el racket que establecen con los dueños de restaurantes.
Abusos. Puros abusos. Vivimos en un país en el que lo habitual es el abuso y el sometimiento. Nadie se indigna, ni siquiera cuando le roban unas elecciones presidenciales. Todo mundo se calla y se somete. ¿Por qué? Porque estamos acostumbrados al abuso. Pagamos un servicio de cablevisión y la empresa que da el servicio nos hace ver a fuerzas una cantidad insoportable de anuncios. Si vamos a los cines de Cinepolis o Cinemex, la empresa tiene a bien regañar y ofender al público son su burda propaganda contra la piratería y olvida que ella misa, la empresa michoacana, está abusando de los espectadores cuando le impone a fuerzas la visión de unos anuncios interminables antes de que empiece la película por la que pagaron cuarenta pesos. O sea, les cobran por ver anuncios.
Estos abusos —en un país en el que no existe el Estado o en el que el poco Estado remanente no defiende a sus ciudadanos, de los banqueros extranjeros, por ejemplo— a veces vienen en pareja: Aeroméxico y Mexicana, Televisa y Televisión Azteca, Pepsicola y CocaCola, Compañía de Luz y Fuerza del Centro y Comisión Federal de Electricidad. No veo una pareja de bancos (los abusivos de las tarjetas de crédito), pero me gustaría aparejar a HSBC y a Citibank que en México opera con la careta de Banamex. Cobran lo que les da la gana y no hay Estado que les ponga un límite, acaso porque los consejos coordinadores de empresarios se ponen con su vaquita para la elección de los panistas. Trabajan en parejas, como los policías, que también abusan en la Condesa con sus grúas. Es muy triste reconocerlo, pero la verdad es que la administración pública de cualquier partido, del PAN, del PRI, o del PRD, es igual de mala y abusiva. Los panistas tienen ya veinte años gobernando Baja California y no se ha podido ver que sean diferentes a los priístas. Los políticos son los políticos independientemente de la cachucha que se pongan en los mítines.

http://federicocampbell.blogspot.com/

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