Wednesday, July 26, 2006

Thursday, July 20, 2006

Tierra baldía


This is the way the world ends
Not with a bang but with a whimper.
-T.S. Eliot


¿Es imaginable una Tierra deshabitada? Ese podría ser no el fin del mundo pero sí la desaparición de la vida humana en el planeta. Porque algo no anda bien con el esperma. Uno de los bancos de semen más serios de España acaba de corroborar que la calidad de los espermatozoides va más bien a la baja. Ocho de cada diez donantes, cuya edad fluctúa entre los 25 y los 30 años, son rechazados. El 75 por ciento no ha podido donar por la mala calidad de su semen. Antes eran dos de cada diez donantes los que no cumplían los requisitos.
Según la Asociación Española de Andrología se trata de una tendencia difícil de corregir. La media ideal aceptable sería de 40 millones de espermatozoides sanos y con suficiente movilidad en cada eyaculado para un semen de alta calidad, pero la mayoría no cumple con esos requerimientos.
No se sabe a qué se debe este descenso en la concentración y movilidad de los espermatozoides ni se conocen con certeza las causas de las anomalías morfológicas. Unos dicen que por la contaminación, los malos hábitos alimenticios, el alcohol, el tabaquismo, los alimentos enlatados.
Un paisaje de desolación marciana, pues, como los que pinta no sin melancolía Ray Bradbury en sus más imaginativas novelas, podría llegar a ser la Tierra si continúa el decrecimiento de los espermatozoides. Una tierra baldía, deshabitada, como la del poema de T. S. Eliot. Iríamos creciendo y muriendo en un mundo sin niños ni jóvenes. A final sería un horizonte de ancianos, en número cada vez menor. Últimos testigos de la desaparición de la especie, esos ancianos sobrevivientes tendrían la última visión de la tierra sin un alma, a no ser que también tuvieran alma los animales —los insectos, por ejemplo- remanentes.
Ante la perplejidad de los andrólogos, muchos especulan que el espermatozoide menguante obedece a una elevación de la temperatura combinado con otros factores ambientales.
La alarma se dio cuando en 1992 un equipo danés dirigido por el profesor Skakkebaek realizó una recopilación de todos los estudios realizados (en cerca de 15 mil hombres) y concluyó que la tasa media de esperma había caído de 113 millones de espermatozoides por milímetro en 1938 hasta 66 millones y 1991.(Se considera que un hombre empieza a tener problemas de fertilidad si tiene menos de cinco millones.) Por otro lado, el volumen total de líquido seminal se ha reducido de 3.4 a 2.75 centímetros cúbicos.
Los investigadores le han buscado por todos lados. No están seguros de nada pero algunos conjeturan que quienes van demasiado al sauna y exponen sus genitales a temperaturas muy altas tienen una menor fertilidad. En Barcelona la Fundación Puigvert ha estudiado a 400 pacientes con problemas de fertilidad y ha encontrado una relación positiva entre llevar pantalones ajustados y una fertilidad insuficiente. Sin embargo, en Sidney, Australia, otro equipo ha llegado a la conclusión contraria. El equipo de Puigvert encuentra asimismo un riesgo de infertilidad en el uso frecuente de duchas calientes y en el hecho de montar en bicicleta o en moto con demasiada frecuencia.
“En este caso, aparte de la temperatura, la explicación sería que el escroto se ve muy sometido a una compresión traumática”, escribió M. Pérez Oliva (El País, 7 de diciembre de 1998).
Gonzalo Casino sabe que desde mediados de los años 70 se ha detectado una disminución del 1 por ciento anual en la concentración de espermatozoides en el semen y del 0.5 por ciento en su movilidad. Estos datos indicarían una merma de la fertilidad masculina que no pocos relacionan con ciertos tóxicos ambientales, como sustancias químicas del tipo de los estrógenos.
Los posibles sospechosos de este “desaguisado testicular” son los llamados xenoestrógenos y en general los perturbadores endocrinos de procedencia industrial (plaguicidas, champús, cosméticos). No se sabe aún, por otra parte, por qué los varones de Nueva York tienen el doble de espermatozoides que los de Los Ángeles.
La epidemióloga californiana Shanna Swan volvió a analizar los 61 estudios de los daneses y llegó a la conclusión de que “sobre todo en Europa y en Estados Unidos, hay un declive grande y significativo”.
En Estados Unidos del 1.5 por ciento anual entre 1938 y 1990 y en Europa, del 3.1 por ciento entre 1971 y 1990.
¿Qué podría significar esto?
Empezarían a sucederse generaciones sin reemplazo. La última, muy rala ya, escasa, no tendría sustituto; iría atravesando las diversas etapas naturales de la progresión biológica y desde muy joven traspasaría la línea de sombra de la juventud a la adultez. Durante algunas décadas el planeta estaría desprovisto de niños y jóvenes. Sólo la habitarían ancianos. La última generación de varones y mujeres se iría descontando con el devenir terminal biológico. Y en unos cuantos años más ya no existiría la especie humana sobre la Tierra.
Tal vez en algunos lugares se preserven bancos de esperma, pero la población femenina también, como los espermatozoides, estaría yendo ya a la baja y envejeciendo. Y la nave espacial Tierra seguiría flotado en el espacio infinito con rumbo o sin rumbo, con otros ejemplares de la vida animal seguramente (leones, jirafas, pájaros, insectos, peces) pero sin los pasajeros humanos conscientes de su narcisismo y su historicidad.

Propaganda Fide



Las elecciones se ganan en
los últimos quince días.
—Jacques Chirac



Tienden los tiempos actuales a homologar la publicidad con la propaganda. Prácticamente son palabras homónimas, aunque “propaganda” es de más estirpe filológica: se empleó por primera vez para designar a la Congregatio de Propaganda Fide, organismo de la Iglesia católica para propagar la fe y combatir el “peligro” de la Reforma. De 1592 a 1585, el papa Gregorio XIII reunió en esa congregación a tres cardenales para estudiar los medios más eficaces de hacer frente al protestantismo, pero en 1662, con la bula Incrustabili divine, Clemente VIII instituyó la congregación de Propaganda Fide como un órgano permanente.
En El Príncipe Nicolás Maquiavelo no podía aún hablar de la propaganda política porque su libro es de 1913. Sin embargo, la noción está implícita a lo largo de toda su obra: la justificación de la mentira por parte del gobernante (que no está obligado a “cumplir con la palabra empeñada”) y la presunción de que “gobernar es hacer creer”. Cuando reflexiona sobre el “aparentar”, Maquiavelo afirma que el Príncipe puede no ser fiel a sus compromisos, pero debe parecer fiel. No es necesario que un príncipe posea todas las cualidades, pero sí es muy necesario que parezca tenerlas, “pues los hombres en general juzgan más por los ojos que por las manos, ya que a todos es dado ver, pero palpar a pocos”.
Las frases hechas que se atribuyen a Joseph Paul Goebbels son ahora lugares comunes entre los publicistas importados del “marketing político”. Hay propagandistas estadounidenses que asesoran a candidatos en cualquier parte del mundo. En México, por ejemplo, en el PAN. Casi siempre su consigna es golpear al enemigo, ensuciarlo, humillarlo, agredirlo aunque sea sin fundamento o con mentiras. Todo se vale, como en la guerra. Y en México, dada la proclividad del mexicano a imitar todo lo que venga de Estados Unidos, la receta de estos “political consultants” ha sido acogida como la piedra filosofal en los corredores del PAN.
Los nombres de Dick Morris, Rob Allyn y James Carville, se asocian ya a la campaña del candidato
panista. Basta indagar sus nombres en Google para conocer sus trayectorias y su relación con México puede saberse poniendo “Dick Morris Calderón” o “Rob Allyn Calderón”. Aunque tal vez no sea necesario traerlos en persona a participar políticamente como extranjeros. Basta enviarles a alguien a Nueva York o Dallas o consultar la red para conocer sus recetas o leer sus obras. Dick Harris tiene un libro sobre Maquiavelo y su utilización en las elecciones modernas y dirige en Washington una revista, The Hill. Sus ideas no son nada del otro mundo, pero las venden como si fueran diamantes.
Una esperanza es que, por el bombardeo televisivo, los votantes ya decididos por un candidato no cambien de parecer. La otra esperanza es que la propaganda sucia no tenga en la sociedad mexicana el mismo efecto que en la clase media estadounidense. En México esa clase media es una parte muy reducida de la población y además son distintas la mentalidad, la ideosincracia y la lógica de los mexicanos. Lo que habrá de verse después de las elecciones es si efectivamente con la televisión se ganan elecciones.
En la misma noche del debate se vio claramente en un resumen la comprometida inclinación de la tele a favor de Calderón. Ha de tener la empresa unos editores (montajistas) muy diestros, unas chuchas cuereras de la manipulación de imágenes y de frases. Enfatizan por aquí, atenúan por allá. Y presuponen que el público es incauto.
Es más que nunca un monstruo mediático y no era necesario entablar un convenio con ese partido para hacer ver su afinidad ideológica y su comunidad de intereses. No es menos sutil que evidente que la televisora —especialmente en sus repetidoras de provincia— se inclina por Calderón (junto con su risita burlona y bravucona) y cumple con un pacto secreto.
Algunos presidentes latinoamericanos han ganado con la tele en contra, pero también ha habido candidatos que no pudieron remontar su desventaja. Lo que sucede es que la televisión no triunfa en los países donde hay mucha conciencia política o un movimiento de masas. En Italia, el zar de la televisión Berlusconi no ganó.
Otro sería o hubiera sido el panorama si en México, en materia de elecciones, se dejaran de hacer las cosas “como en Estados Unidos”. Porque no es así en todo el mundo. En Francia está prohibida la publicidad política en televisión, radio, periódicos, para no contaminar el debate de las ideas y las propuestas, y poder elegir así a un ser humano político, no a un detergente. Aparte de que no se dilapida en la televisión el dinero público de las campañas políticas. A la televisión francesa se va a discutir ideas y programas. No a anunciarse como jabón.
Dice Pirandello que cuando un persona decide creer en algo o en alguien no hay razones que valgan para hacerla cambiar. Su sistema de creencias es inamovible. Esperemos que tenga razón el escritor siciliano y que las ráfagas de propaganda televisiva se desvanezcan en el vacío.


Siempre ha habido moscas


Los mexicanos son los seres
más bellos de la Tierra. País
adorable. El gobierno mexicano
todavía parece controlado por
Satanás. Todos los mexicanos
lo saben, lo temen y, a fin de
cuentas, no hacen nada por
remediarlo, a pesar de las
revoluciones.

—Malcolm Lowry, 1947



Premonitorio, Emilio Zebadúa escribió justo en noviembre de 2003 en la revista Letras Libres:
“La integración del IFE sin que los partidos tomaran en consideración la valía y la calidad del propio Instituto o, incluso, sin que cuidaran las mínimas pero esenciales formas legales, produjo un desafortunado inicio del nuevo Consejo. La partidización del árbitro a través de cuotas preasignadas en el órgano de dirección representa un retroceso muy severo para la credibilidad y la imparcialidad del instituto. Con ello, la democracia mexicana corre el riesgo de una futura crisis de legitimidad.”
El 31 de octubre de ese año se integró el IFE para el periodo 2003-2010 con una mayoría del PRI, el PAN y el PVEM, y con exclusión del PRD, produciendo un déficit de confianza y credibilidad preocupante, “que puede llegar a poner en jaque el próximo proceso electoral presidencial del 2006”.
Y en efecto nuestras recientes elecciones no han estado por encima de toda sospecha. Algo pasó allí, muy turbio, como si hubiera sido la obra de un mago. Se defiende el IFE diciendo que la progresiva lectura del PREP no definía el recuento de las cifras finales, pero la manipulación no tenía ese objetivo sino empezar a establecer en la creencia colectiva que Calderón iba a ganar. Este golpe publicitario tuvo su eficacia.
Por otro lado, se han empezado a tender paralelismos no sólo entre la elección presidencial de 1988 —cuyo fraude demuestra Jorge Castañeda en el apéndice de La herencia cuando habla de una gran computadora consultada en Londres— y ésta de 2006, por no mencionar la asociación que también se hace entre nuestra jornada electoral y la de Bush en Florida en el año 2000.
Una vez se vendió misteriosamente el padrón electoral mexicano a una empresa norteamericana, la Choice Point, con sede en Alphareta, Georgia. No se castigó finalmente a los extraños vendedores. Pero resulta Choice Point es la misma que rasuró el padrón de Florida que le dio el triunfo a Bush. En el Distrito Federal muchos votantes ancianos o de los barrios pobres no se encontraron en el padrón y no pudieron votar. En Florida quienes fueron borrados mágicamente fueron en su mayoría negros, que tradicionalmente votan por los demócratas.
Greg Palast, reportero de The Guardian inglés, escribió el 8 de julio que seguramente hubo una intervención del gobierno de los Estados Unidos en las elecciones mexicanas, sobre todo en el know-how del fraude cibernético. “El Instituto Republicano Internacional, brazo del aparato partidista subsidiado por el gobierno estadounidense, reconoce haber otorgado entrenamiento táctico al PAN. ¿Empleó también el PAN el padrón robado? (Choice Point y sus agentes mexicanos, arrestados por obtener los datos, negaron los manejos indebidos y juraron destruir sus copias del padrón, pero ¿qué hay de la copia que se guardó Bush?)
Otra resonancia del fenómeno electoral estadounidense en el caso mexicano es el de la “eliminación negativa”. En un número sorprendente de distritos mexicanos el honorable IFE registró una alta eliminación negativa, es decir, un mayor número de votos para los cargos de diputados y senadores que para la Presidencia.
“La lista ganadora del gobernador de Florida fue creada por la compañía privada Choice Point, de Alpharetta, Georgia.”
Con todo y esto, en lugar de renunciar avergonzados, los consejeros —que se acaban de aumentar su percepción anual para que redondee 404 mil 867 por piocha— pueden seguir allí haciendo sus juegos de manos hasta el año 2010. Se han autorizado apenas el martes de la semana pasada 15 días adicionales de salario a la compensación aprobada antes. Normalmente gana cada uno 161 mil 947 pesos netos al mes. Los dos meses de compensación implicaban ya un bono de 323 mil 894 pesos, pero sintieron que no eran suficientes y se añadieron una partida de 80 mil 973 pesos, con lo que recibirán 404 mil 867 de compensación por el año electoral en el que se supone que trabajaron más.
Luego de ser difundida esta información, el IFE se apresuró a aclarar el 13 de julio que el aumento de los “estímulos” fue legal, como si alguien hubiera cuestionado su legalidad. Es cosa sabidísima que la gran contribución mexicana a la cultura de la corrupción ha sido la de los sueldos altos. Los funcionarios no necesitan robar. Basta que se cumpla con la normatividad para que se les legalice su percepción salarial. Todo se puede. Ese cumplimiento con la ley nunca ha estado en discusión, pero los funcionarios cuestionados fingen que de eso se les está acusando, de no encuadrarse en la ley.
Legalísima también fue la venta de Banamex a City Bank que hizo Roberto Hernández sin pagar impuestos. La coartada de la legalidad siempre estuvo allí, indiscutible. De lo que se trata es de que ya no haya esas leyes que benefician a un cierto número de grupos propietarios del país y que ni siquiera quieren que se les mencione a los pobres.
—Es que siempre ha habido pobres —le decía un señor de Tijuana a una amiga mía que estuvo como representante del PRD en una casilla.
—Sí —le contestó ella— me lo dice usted como si me dijera que siempre ha habido moscas.



La ciencia contra la democracia



Después de la confusión se dio un anticlímax. El lunes amanecía uno con la sensación de que su candidato había perdido, a la buena o a la mala. El martes retoñaban las esperanzas y el miércoles volvía un conteo de las actas que pareció desde el principio minuciosamente programado, sobre todo en lo que concernía a su pauta in crescendo y a su gran finale. Había una preocupación reiterada en algunos funcionarios del IFE, en los representantes del PAN y, en consecuencia, entre los empresarios y los locutores televisivos y radiofónicos encargados de establecer un cierto consenso: que los partidos se comprometieran a acatar los resultados anunciados por el IFE (¿incluso en la hipótesis de que hubiera habido una operación fraudulenta?) y que a nadie se le ocurriera comparar lo que estaba sucediendo en ese momento con al fraude de 1988 que le permitió a Carlos Salinas actuar como presidente sin en verdad serlo.
Pero la mente humana tiende a la analogía. El silencio de Ugalde la noche del domingo equivalió a otra bartletteada, la caída del sistema. Otra similitud con 1988 fue el deseo de que no se abran las urnas y que esta decisión será refrendada, en cuanto se sienten, los nuevos diputados (como lo hicieron los panistas con Salinas). Gracias a la gran alcahueta que es la televisión mexicana se empezó a fijar como una verdad universalmente aceptada que un fraude maquinado es imposible, como si los militantes que estaban en las casillas fueran ciudadanos por encima de toda sospecha, bioquímicamente puros. Se sabe que el fraude está dentro de los paquetes, que las actas ya traen el fraude. Lo hicieron los republicanos de Bush en Ohio y en Florida, en el país de la democracia.
Ciertamente en 1988 los partidos no contaban con una copia de las actas y hoy sí; no existía el IFE y todo se fraguaba en los sótanos de la secretaría de Gobernación. Pero o cierto es que vivimos en un país en el que los gobiernos no han dejado que los ciudadanos hagan valer su voto. Empezó sucediendo con Francisco I. Madero en 1910 y la historia se repitió con el fraude a Vasconcelos en 1929 y más tarde otra vez: en 1940, en 1952, en 1988. Para mal y para mal vivimos una época de fraudes incluso en los países más civilizados del mundo y de elecciones muy apretadas, en Estados Unidos, Alemana, España, Italia (donde no pudo ganar la tele).
Robert F. Kennedy Jr. publicó a principios de junio en la revista Rolling Stone un estudio sobre las elecciones presidenciales de 2004. Luego de dos años y con un equipo de académicos expertos en estadística y sobre todo en computación, Kennedy estableció que a más de 350 votantes se les impidió votar, se les borró del padrón o simplemente sus votos no se contaron. Se anuló también el empadronamiento de decenas de miles de votantes predominantemente negros y latinos en zonas urbanas y que siempre votan por los demócratas. En el estado de Nuevo México, donde la elección fue decidida por un margen de 6 mil votos, las máquinas se atascaron y dejaron de registrar unas 20 mil boletas.
“Por segunda vez consecutiva en las elecciones, el presidente de Estados Unidos fue seleccionado no por la voluntad del pueblo, sino bajo una nube de trucos sucios”, dice el diputado Dennis Kucinich. “La mayor amenaza a nuestra democracia es la inseguridad de nuestro sistema electoral. Lo que está en juego aquí es la idea de un gobierno del pueblo y por el pueblo.”
Lo que ha sucedido es que la tecnología moderna se ha venido utilizando en contra de la democracia, irónicamente. Pasó con ella algo semejante a la ciencia que obraba contra la vida cuando se utilizó la fisión nuclear para matar gente en dos ciudades japonesas.
En 1988 viajaron a Londres dos personajes del equipo de Carlos Salinas para entrevistarse con los autores ingleses “del método RAS de cálculo de matrices bipropocionales para conseguir su ayuda en el diseño de un programa…”, cuenta Jorge Castañeda en La herencia, en un estudio que aparece en las últimas páginas del libro, casi como un epílogo.
Era preciso poder correr el programa varias veces, “para incorporarle consideraciones políticas a la luz de lo datos arrojados para ciertas celdas: el PRI no podía lograr 300 votos en la casilla 3ª del cuarto distrito de Veracruz, por ejemplo, porque se ubicaba en un barrio de decenal lealtad panista”.
“De regreso a México, los viajeros hicieron un equipo con tres o cuatro operadores de las máquinas de Gobernación y un número equivalente de expertos políticos del PRI, peritos galardonados en la cartografía electoral del país.”
“En términos matemáticos, el algoritmo era fácil de construir, pero el tamaño de la matriz era apabullante”, explica Jorge Castañeda.
Si la algoritmia es la ciencia del cálculo aritmético y algebraico, el algoritmo viene siendo la alteración del “guarismo”.
Mejor que nosotros lo sabe el matemático de la UNAM Luis Enrique Ramírez que el miércoles 5 de julio advirtió en La Jornada que se podría utilizar un cierto algoritmo en el recuento por el IFE de las actas de ese mismo miércoles. Lo había inferido del análisis matemático que hizo del “comportamiento errático y tendencioso de los resultados que arroja el PREP”.
El problema está, según él, no en los datos de entrada sino en un algoritmo matemático que se activa ya sea con una clave o con el reloj de la misma computadora.