Thursday, July 20, 2006

Tierra baldía


This is the way the world ends
Not with a bang but with a whimper.
-T.S. Eliot


¿Es imaginable una Tierra deshabitada? Ese podría ser no el fin del mundo pero sí la desaparición de la vida humana en el planeta. Porque algo no anda bien con el esperma. Uno de los bancos de semen más serios de España acaba de corroborar que la calidad de los espermatozoides va más bien a la baja. Ocho de cada diez donantes, cuya edad fluctúa entre los 25 y los 30 años, son rechazados. El 75 por ciento no ha podido donar por la mala calidad de su semen. Antes eran dos de cada diez donantes los que no cumplían los requisitos.
Según la Asociación Española de Andrología se trata de una tendencia difícil de corregir. La media ideal aceptable sería de 40 millones de espermatozoides sanos y con suficiente movilidad en cada eyaculado para un semen de alta calidad, pero la mayoría no cumple con esos requerimientos.
No se sabe a qué se debe este descenso en la concentración y movilidad de los espermatozoides ni se conocen con certeza las causas de las anomalías morfológicas. Unos dicen que por la contaminación, los malos hábitos alimenticios, el alcohol, el tabaquismo, los alimentos enlatados.
Un paisaje de desolación marciana, pues, como los que pinta no sin melancolía Ray Bradbury en sus más imaginativas novelas, podría llegar a ser la Tierra si continúa el decrecimiento de los espermatozoides. Una tierra baldía, deshabitada, como la del poema de T. S. Eliot. Iríamos creciendo y muriendo en un mundo sin niños ni jóvenes. A final sería un horizonte de ancianos, en número cada vez menor. Últimos testigos de la desaparición de la especie, esos ancianos sobrevivientes tendrían la última visión de la tierra sin un alma, a no ser que también tuvieran alma los animales —los insectos, por ejemplo- remanentes.
Ante la perplejidad de los andrólogos, muchos especulan que el espermatozoide menguante obedece a una elevación de la temperatura combinado con otros factores ambientales.
La alarma se dio cuando en 1992 un equipo danés dirigido por el profesor Skakkebaek realizó una recopilación de todos los estudios realizados (en cerca de 15 mil hombres) y concluyó que la tasa media de esperma había caído de 113 millones de espermatozoides por milímetro en 1938 hasta 66 millones y 1991.(Se considera que un hombre empieza a tener problemas de fertilidad si tiene menos de cinco millones.) Por otro lado, el volumen total de líquido seminal se ha reducido de 3.4 a 2.75 centímetros cúbicos.
Los investigadores le han buscado por todos lados. No están seguros de nada pero algunos conjeturan que quienes van demasiado al sauna y exponen sus genitales a temperaturas muy altas tienen una menor fertilidad. En Barcelona la Fundación Puigvert ha estudiado a 400 pacientes con problemas de fertilidad y ha encontrado una relación positiva entre llevar pantalones ajustados y una fertilidad insuficiente. Sin embargo, en Sidney, Australia, otro equipo ha llegado a la conclusión contraria. El equipo de Puigvert encuentra asimismo un riesgo de infertilidad en el uso frecuente de duchas calientes y en el hecho de montar en bicicleta o en moto con demasiada frecuencia.
“En este caso, aparte de la temperatura, la explicación sería que el escroto se ve muy sometido a una compresión traumática”, escribió M. Pérez Oliva (El País, 7 de diciembre de 1998).
Gonzalo Casino sabe que desde mediados de los años 70 se ha detectado una disminución del 1 por ciento anual en la concentración de espermatozoides en el semen y del 0.5 por ciento en su movilidad. Estos datos indicarían una merma de la fertilidad masculina que no pocos relacionan con ciertos tóxicos ambientales, como sustancias químicas del tipo de los estrógenos.
Los posibles sospechosos de este “desaguisado testicular” son los llamados xenoestrógenos y en general los perturbadores endocrinos de procedencia industrial (plaguicidas, champús, cosméticos). No se sabe aún, por otra parte, por qué los varones de Nueva York tienen el doble de espermatozoides que los de Los Ángeles.
La epidemióloga californiana Shanna Swan volvió a analizar los 61 estudios de los daneses y llegó a la conclusión de que “sobre todo en Europa y en Estados Unidos, hay un declive grande y significativo”.
En Estados Unidos del 1.5 por ciento anual entre 1938 y 1990 y en Europa, del 3.1 por ciento entre 1971 y 1990.
¿Qué podría significar esto?
Empezarían a sucederse generaciones sin reemplazo. La última, muy rala ya, escasa, no tendría sustituto; iría atravesando las diversas etapas naturales de la progresión biológica y desde muy joven traspasaría la línea de sombra de la juventud a la adultez. Durante algunas décadas el planeta estaría desprovisto de niños y jóvenes. Sólo la habitarían ancianos. La última generación de varones y mujeres se iría descontando con el devenir terminal biológico. Y en unos cuantos años más ya no existiría la especie humana sobre la Tierra.
Tal vez en algunos lugares se preserven bancos de esperma, pero la población femenina también, como los espermatozoides, estaría yendo ya a la baja y envejeciendo. Y la nave espacial Tierra seguiría flotado en el espacio infinito con rumbo o sin rumbo, con otros ejemplares de la vida animal seguramente (leones, jirafas, pájaros, insectos, peces) pero sin los pasajeros humanos conscientes de su narcisismo y su historicidad.

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