Monday, April 18, 2011
Crónicas cerebrales
En sus todavía productivos años el doctor Arturo Rosenblueth decidió volver a México para promover la investigación científica en un centro del Politécnico después de que compartió la gloria con Norbert Wierner y su concepción de la cibernética, como puede constatarse en un hermoso libro: The Human Use of Human Beings. Es inverosímil que no haya estado en la mente de Ranulfo Romo este ejemplo de fe en el propio país y en los jóvenes que se van formando en el estudio del cerebro, es decir, en la neurofisiología, cuando en 1989, después de haber estudiado e investigado en París, Friburgo (Suiza) y Johns Hopkins (Baltimore), se incorporó a la UNAM y participó en la creación —con el apoyo del Instituto Médico Howard Hughes— del Instituto de Fisiología Celular. Ranulfo Romo cuenta en su conferencia de ingreso a El Colegio Nacional el 9 de marzo del periplo que emprendió y consumó como estudiante e investigador en el extranjero. Cree Ranulfo Romo que la labor científica es una actividad humana muy compleja. Desde muy pequeño gozó del privilegio que significa observar la naturaleza con libertad y sin límite de tiempo. Nació en una zona (Guadalupe de Ures, Sonora, 1954) de clima muy riguroso y por ello la adversidad natural nunca le ha sido ajena. Estando en primer año de medicina en la UNAM, cuando tenía 19, tomó un curso de neurología y neurocirugía, impartido por un investigador del sistema nervioso: el doctor Marcos Velasco, a quien le pidió que lo aceptara en su laboratorio y asistir a sus experimentos. Estudió con Jacques Glowinski en París, con Wolfram Schultz en la Universidad de Friburgo, Suiza, y con Vernon Mountcastle en la Universidad de Johns Hopkins. “En ese momento yo ya sabía que mi lugar estaba en el estudio de la neurobiología de la percepción, además no había perdido la convicción de regresar a mi país.” En México “persiste un limitado apoyo a la investigación, pero mi experiencia y mis sentimientos me hacen perseverar en la idea de que también se puede hacer ciencia de excelencia desde México”. A lo largo de la narración que va construyendo Ranulfo Romo se da uno cuenta de cómo los diferentes experimentos lo han llevado a entender que, por ejemplo, la memoria de trabajo es un estado mental que nos permite hacer consciente eventos del pasado y traerlos al presente, y significa un proceso útil para reflexionar y tomar decisiones. Es difícil encontrar a un ser humano al que no le interese y fascine el funcionamiento del cerebro. Por eso las neurociencias empiezan a tener una muy buena divulgación y los trabajos de los neurólogos se nos pueden presentar de manera inteligible: en forma de narrativa como lo es la conferencia del sonorense: “Crónicas cerebrales.” El estudio de Ranulfo Romo ha sido el primero en demostrar las relaciones causales entre la actividad neuronal y la experiencia consciente: el cerebro representa las sensaciones y las convierte en percepciones, memorias y toma de decisiones. Sus hallazgos son piezas fundamentales para el entendimiento del cerebro humano, “del que en pleno siglo XXI ignoramos casi todo” y sigue siendo Terra incognita. A diferencia del resto de la economía, la naturaleza en su infinita complejidad se ha encargado de preservar sus secretos, “quizá porque en el cerebro radica la razón de la inteligencia, la maldad o el amor, justamente lo que nos hace diferentes del resto del Universo y por ello tan incomprensibles”. * * * Post scriptum: Ha estado en algunas librerías del DF la revista The Brain (spring 2011), que publica la casa editora de Discover. Aparecen en ella las grandes estrellas de la neurofisiología. En primer lugar, como es natural y lógico, el doctor Santiago Ramón y Cajal (desde un oscuro puesto académico en Zaragoza, en 1883, a los 31 años), y luego uno de los más notables de ahora: Gerald Edelman, del Instituto de Neurociencias en San Diego, California. Y le siguen: V. S. Ramachandran, el colombiano Rodolfo Llinás, Oliver Sacks, Sir Charles Sherrington, Giulio Tononi, Antonio Damasio, Steven Pinker. En uno de los artículos The Brain menciona a “un grupo de investigadores mexicanos que en 2009 realizaron un estudio con monos” a propósito de un ensayo sobre la subjetividad del tiempo mental y en el que se regatea no mencionándolos por su nombre —no es la primera vez— a los investigadores del Instituto de Fisiología Celular de la UNAM.
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1 comment:
Estimado Federico Campbell:
Adolfo Castañón me envió esta nota sobre Ranulfo Romo y el Instituto de Fisiología Celular (IFC) de la UNAM, y encontré un error que vale la pena señalar: Ranulfo no participó en la creación del IFC ni ésta fue apoyada por el Instituto Howard Hughes. El IFC no se creó en 1989 sino en 1985, a partir del Centro de Investigaciones en Fisiología Celular, fundado en 1979 en un proceso de integración académica, muy interesante en la historia de la investigación científica en la UNAM, que está relatado en el libro que el IFC editó en 2005, al cumplir su XXV aniversario.
Dr. Ricardo Tapia
Investigador Emérito, IFC, UNAM
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