Thursday, October 26, 2006

Un lugar complicado

Natalia Mendoza ha hecho un estudio sobre los no invisibles efectos que el narcotráfico ha tenido en la moral de un pueblo sonorense. Cuando presenta su tesis con este tema en el Colegio de México, antepone a su título las siguientes palabras: “Un lugar complicado”. Se trata de una noción procedente de la etnografía, disciplina que se ocupa de las tradiciones y las costumbres de los pueblos.
Este es el título completo:
“La intimidad del desierto. Moral, identidad y tráfico de drogas en un lugar complicado.”
Pero dentro de las costumbres y la moral ambiente alteradas en los últimos 25 años, prácticamente de una generación a otra, lo que se palpa de manera concreta son los cambios que se van dando en las relaciones laborales, entre patrón y empleados, pero también en la dinámica interna del grupo familiar. Nadie se alarma ya de que quiera casarse con la hija de uno un muchacho evidentemente involucrado en el tráfico de drogas. Uno de esos jóvenes que desaparecen de pronto una temporada y luego vuelven con camioneta nueva, botas de 500 dólares, y la cartera repleta. Todavía hace veinte años, un pretendiente semejante podría despertar objeciones entre los miembros de la familia. Ahora no. Incluso entra dentro del orden natural de las cosas que la novia se vuelva viuda en unos cuantos años, viuda joven y tal vez rica.
A pesar de que ha escrito su tesis para obtener el título de licenciada en Relaciones Internacionales, Elsa Natalia Mendoza Rockwell ha optado por un acercamiento etnográfico a esta zona del planeta que se encuentra a un paso de la frontera entre Sonora y Arizona. Ha creído pertinente desmarcarse de las elaboraciones metodológicas y demasiado abstractas para tender un cable a tierra y estudiar en vivo, a ras del suelo, lo que está sucediendo en Santa Gertrudis, porque lo cierto es que un estudio etnográfico permite entender cosas sobre el tráfico de drogas: la forma en que se arraiga localmente, su interferencia con otros asuntos de la vida comunitaria y las transformaciones que impone. “Permite mostrar la naturaleza porosa de lo que llamamos crimen organizado y poner en duda la imagen mediática que muestra a los cárteles como organizaciones impermeables divorciadas de las sociedades que las albergan.”
El narcotráfico no es sólo lo que los grandes capos y los políticos manejan como negocios de altura, campañas políticas electorales y muy altas finanzas legalizadas. El narcotráfico también es, en la vida cotidiana, el mundo de los burreros (en Tijuana se les dice burros) que cargan veinte kilos de mariguana en fila india a través de la frontera sin averiguar de quién son. O el de la una pareja que, para reunir el dinero suficiente para su boda, decide pasar 50 kilos de mariguana escondidos en el compartimiento secreto de un pick-up. A ese paquete escondido le llaman “clavo”.
¿Localmente se acepta el narcotráfico como una actividad legítima? ¿Qué posición ocupan las personas dedicadas al tráfico de drogas en la estructura social local? En realidad no hay un modelo sencillo que explique la relación de la comunidad con el tráfico de drogas; todo depende y todo está en discusión. Lo importante es entender la mentalidad del pueblo que le da cobijo. ¿Es bueno? ¿Es malo? ¿Es relativo? Según y cómo.
Santa Gertrtudis también es un lugar de paso: de tráfico de personas. Y es sobre todo la inmigración —en el pueblo todo mundo está haciendo negocio con comidas y hospedaje y lo que derraman en dinero los polleros— y no el narcotráfico lo que produce en la población la sensación de que todo el antiguo orden se está derrumbando. También la migración se vive como una amenaza directa a la comunidad.
Luego vienen unos capítulos sobre el beisbol, las carreras de caballos, las peleas de gallos y una exposición sobre el narcotráfico y la participación política.
Si Natalia Mendoza se atreve a hablar de cultura ranchera o cultura del tráfico de drogas en Santa Gertrudis, el pueblo de su familia paterna, es porque con ello entiende y desglosa la producción histórica, siempre conflictiva y ambigua, de significados y prácticas.
Santa Gertrudis tiene una atmósfera de “viejo oeste moribundo”. Tiene entre siete y catorce mil almas y es un pueblo poco adornado y con un verano de siete meses. Es un pueblo con orgullo ranchero, pero con la mitad de las hectáreas de riego semiabandonadas. Sus pobladores tienen vocación de ganaderos, pero tienen pocas vacas. Antes en Hermosilllo no se vendían boletos de autobús para Santa Gertrudis: tenía que pedírsele al conductor que, por favor, se detuviera junto a la iglesia.
Como en muchas ciudades del norte, al automóvil es un signo de identidad personal y de status social. Es mucho más que un medio de transporte enajenante e individualista. La gente se reconoce por el auto, se saluda de carro a carro con un sonido o un cambio de luces. En los autos se dan las conversaciones más íntimas, los negocios, el consumo de alcohol y de drogas, la seducción y las relaciones extramaritales.
Pero lo más importante es ir a “dar la vuelta". Se sabe de una familia que vivía en un rancho muy apartado. Los domingos, después de bañarse y vestirse bien, se subía la mitad de la familia a la camioneta, daba vueltas alrededor del rancho y saludaba desde el vehículo a la otra mitad del rancho que se sentaba enfrente de la casa para verlos pasar.


1 comment:

Anonymous said...

como obtener mayor informacion sobre la tesis de Natalia Mendoza. Estudiante UNISON